miércoles, 12 de agosto de 2009
El Tercer Estado de Conciencia.(2).
Al efectuar una observación sincera de mí mismo, descubro que me es muy dificil mantener un control sobre mis estados de conciencia, sobre los niveles o grados de conciencia y sobre la frecuencia y duración de dichos estados. También encuentro que lo que me es más accesible y más moldeable, son mis pensamientos, sobre los temas que decido pensar, sobre mis maneras de pensar. Sin embargo, me enfrento con un factor muy dificil de controlar : mi imaginación, esa representación fantástica de combinaciones de hechos pasados, con proyecciones a futuro, mezcladas con evocaciones irreales de hechos y situaciones inventadas o distorsionadas. Es lo que también he denominado ''ensueño'', que es cualquier cosa menos un trabajo útil o creativo. Naturalmente que también la imaginación o el ensueño deben ser objetos de mi observación, deben ser una parte importante del estudio de mí mismo. Algo curioso que tembién es posible observar, es que en mi pensamiento y en mi imaginación se dan procesos habituales, es decir, puedo encontrar hábitos arraigados que propician y hasta llegan a determinar mi manera de pensar, mis ''criterios'' con los que pretendo juzgar los acontecimientos que me rodean y también la mejor o peor calificación de mis actos. Se afirma que la mayoría de las veces soy un juez ''muy severo'' de mi conducta, y ésto es así porque generalmente mis juicios se dan en procesos habituales, no a través de un verdadero proceso de rezonamiento. Es importante constatar que, mientras estemos dominados por un hábito determinado, será muy dificil, si no que imposible, observarlo directamente. La única manera de poder observar un hábito, y posteriormente tratar de modificarlo, es intentar resistirlo, aún que sea en breves instantes. Cada uno de los habitos de pensamiento los puedo denominar: prejuicios, y son esas maneras de pensar que automáticamente afloran, al presentarse una influencia externa que las provoca y que evoca en mí, emociones y actitudes correspondientes. Son los llamados Yoes que pretenden representarme en forma total, pero que no son otra cosa que pequeños actorcillos que representan su rol, de acuerdo a las circunstancias del momento. Todo lo anterior, si lo logro observar, me evidenciará la enorme influencia que ejerce en mi vida la mecanicidad, las respuestas automáticas, y mi poca o nula libertad. Tengo poco poder sobre mi mismo, porque he dejado en manos de hábitos el manejo de mi vida. Solo el observar en un principio, y despues en momentos, resistir a algún habito, para mejor observar su fuerza, es el único método posible de liberar mi conducta e iniciar un proceso de búsqueda de mí mismo.
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