jueves, 28 de mayo de 2009

La Parábola de la Prisión.(5)

Continuando con las reflexiones de la Parábola, señalaremos que lo que éste Trabajo nos propone es observarnos a nosotros mismos, observar nuestras maneras de pensar, de sentir y de actuar, tratando de constatar, o sea, de registrar en mi memoria, lo que observo, y tratando también, con todo el esfuerzo que pueda, de no cambiar nada de lo que observe, aun que no me agrade lo que observe. Podemos afirmar que ésta es la parte más dificil del ejercicio de observación, puesto que el impulso inmediato y automático será el de cambiar lo que, a mi parecer, en éstas primeras etapas de observación, o considero que es un error, o hiere mi vanidad, o lo considero indigno de ''mi imagen'', de ese Yo que creo ser y al que debo confrontar con la realidad que observo, aun cuando ''sufra'' en el intento. Ya trataremos posteriormente ese ''sufrimiento'' y sus características y consecuencias. Por lo pronto, es preciso que trate de que mi observación se registre en mi memoria de la manera más original posible, sin distorsiones ni cambios, aunque me duela o ''sufra'' el saber que, como realmente soy, como realmente pienso, siento y actúo, es otra persona, distinta a la ''imagen'' que tengo de mí. Todo éste proceso consiste en decidirme a formar dentro de mí, a un testigo de mi mismo, un testigo imparcial de mis ''personalidades''. Naturalmente que se realizarán no solo un cambio sino muchos cambios en mí, si se realiza correctamente el proceso de observación de mí mismo, pero ésto será tratado a su tiempo. Por lo pronto es necesario el efuerzo de constatar las diferencias y contradicciones entre la imagen de mí mismo y la realidad observada. El Testigo que observa, y mi realidad, se confrontarán, pero debo recordar que debo partir siempre de observaciones concretas, específicas, o de lo contrario corro el riesgo de perderme en ''mi observación'' y continuar en el mundo de la fantasía. Es como si estudiáramos nuestras maneras, nuestros modos, nuestras conductas, como si se tratara de otra persona, ajena a mí mismo. Yo, el observado por el observador, que soy yo mismo. Yo, como el testigo de mi vida. Yo, el que verdaderamente soy Yo, y que al fin del Trabajo, tomaré posesión de mí mismo. Si hasta ahora he sido una ''maquina'' que solo responde automáticamente a los estimulos, llegaré a ser el que tome las riendas de mi vida, conscientemente, con libertad. Todo éste proceso se inicia en el momento que acepto mi condición de ''máquina'' que reacciona en forma inconsciente a los estímulos, que me encuentro ''dormido'' y viviendo en un mundo de fantasías, de imaginación, que confundo con la realidad. Pero además, acepto que ésto puede cambiar, que puedo ''despertar'', que puedo darme cuenta de mis actos, que puedo llegar a tener consciencia y voluntad, aunque ésto signifique empezar a ser responsable de mi vida.

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